La composición de la pintura se desarrolla alrededor de la diagonal desde la esquina inferior izquierda a la superior derecha, creando dos espacios: celestial (sagrado) y terrenal (profano). En la parte central se puede ver a la Sagrada Familia y al Ángel guiándolos. Cada personaje juega un papel individual; José pregunta por el camino del Ángel, le muestra el camino con la mano, María mira hacia atrás con nostalgia, el burro en la sombra se adentra en el futuro incierto. Solo el pequeño Jesús, llevado en sus brazos, mira directamente al espectador. Las diagonales del cuadro convergen en el lugar donde María hace un gesto para proteger al Niño. La huida a Egipto fue la primera experiencia dolorosa de Nuestra Señora, presagio de la Pasión [2]. Las figuras se presentaron en el contexto de un paisaje con una aldea romana, que sería un motivo característico del arte clasicista. Poussin trabajó durante muchos años en Roma, conocía las obras de los clásicos. Probablemente la figura de un ángel se inspiró en el relieve de Rafael y el motivo del pórtico visible en el fondo fue tomado de un mosaico antiguo [2].