Santísima Trinidad - rompecabezas en línea
La Trinidad es el dogma central sobre la naturaleza de Dios en la mayoría de las iglesias cristianas. Esta creencia afirma que Dios es un ser único que existe como tres personas distintas o hipóstasis: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Algunas confesiones minoritarias, como las iglesias unitarias, los testigos de Jehová y los pentecostales unicitarios, así como las iglesias binitarias, rechazan esta creencia. Los mormones afirman creer en la Trinidad pero tienen una interpretación específica y radicalmente diferente del dogma mayoritariamente aceptado.[1]
Fuera del ámbito del cristianismo pero en otra fe también monoteísta, el Corán menciona la Trinidad y se muestra contrario a ella.[2]
Perspectivas históricas
En el año 215 d. C., Tertuliano fue el primero en usar el término «Trinidad» (Trinitas). Anteriormente, Teófilo de Antioquía ya había usado la palabra griega τριάς trias (tríada) en su obra A Autólico (c. 180) para referirse a Dios, su Verbo (Logos) y su Sabiduría (Sophia).[3] Tertuliano, en uno de sus escritos polémicos dirigidos contra Práxeas, un seguidor de la doctrina cristiana conocida como «monarquianismo», Adversus Praxeam II, diría que «los tres son uno, por el hecho de que los tres proceden de uno, por unidad de substancia».[nota 1]
La fórmula fue adquiriendo forma con el paso de los años y no fue establecida definitivamente hasta el siglo IV:
La definición del Concilio de Nicea (325), sostenida desde entonces con mínimos cambios por las principales denominaciones cristianas, fue la de afirmar que el Hijo era consustancial (ὁμοούσιον, homousion, literalmente ‘de la misma sustancia’) al Padre. Esta fórmula fue cuestionada y la Iglesia pasó por una generación de debates y conflictos hasta que la «fe de Nicea» fue reafirmada en Constantinopla en 381.[4]
Concilios
En el Primer Concilio de Nicea (325) toda la atención se concentró en la relación entre el Padre y el Hijo, en el cual fue redactado el Credo Niceno inclusive mediante el rechazo de algunas frases típicas arrianas mediante algunos anatemas anexados al credo; sin hacer ninguna afirmación similar acerca del Espíritu Santo.[cita requerida]
Pero, en el Primer Concilio de Constantinopla (381) se indicó que el Espíritu Santo es adorado y glorificado junto con Padre y el Hijo (συμπροσκυνούμενον καὶ συνδοξαζόμενον), sugiriendo que era también consustancial a ellos redactando así el Credo niceno-constantinopolitano
Esta doctrina fue posteriormente ratificada por el Concilio de Calcedonia (451), sin alterar la sustancia de la doctrina aprobada en Nicea.[nota 2]
A fines del siglo VI, algunas iglesias de habla latina agregaron las palabras "y del Hijo" (Filioque) en la descripción de la procesión del Espíritu Santo, ya que las palabras no fueron incluidas en el texto del credo ni por el Concilio de Nicea ni por el de Constantinopla. Esto se incorporó a la práctica litúrgica de Roma en 1014. Con el tiempo, la cláusula Filioque se convirtió en una de las principales causas del Cisma de Oriente y Occidente en 1054 y en los fracasos de los repetidos intentos de unión.