Esta fue, en todo caso, la idea original de las Naciones Unidas cuando en 1947 se aprobó la partición de Palestina en dos estados; uno judío y otro árabe, que no llegó a concretarse tras el estallido de la Guerra de independencia israelí.
La primera propuesta para la creación de un estado árabe y uno judío sobre la base de la zona occidental del Mandato Británico de Palestina fue hecha en el reporte de la Comisión Peel de 1937, la cual concluyó que el Mandato se había convertido en inviable y recomendó su partición. Esta recomendación fue rechazada por la comunidad árabe, mientras que la mayor parte del liderazgo judío la aceptó.
La partición fue nuevamente propuesta por la ONU en 1947 en el Plan de partición de Palestina que recomendó dividir la parte occidental del Mandato en dos Estados, uno judío y otro árabe, con un área, que incluía Jerusalén y Belén, bajo control internacional. Sin embargo, el plan fue rechazado por los líderes de las naciones árabes y los líderes palestinos, quienes se oponían a cualquier partición de Palestina y a cualquier presencia judía independiente en el área. La Guerra árabe -israelí de 1948 por el control de los territorios en disputa estalló en el final del Mandato Británico, la cual culminó con el Armisticio árabe -israelí de 1949. La guerra resultó en la huida o expulsión de 750,000 palestinos, conocida como Nakba, de los territorios que se convirtieron en el Estado de Israel.
Después de la Guerra de los seis días de 1967, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas unánimemente aprobó la Resolución 242 llamando a una retirada israelí de los territorios ocupados durante la guerra y a la "terminación de todas las situaciones de beligerancia o alegaciones de su existencia, y respeto y reconocimiento de la soberanía, integridad territorial e independencia política de todos los Estados de la zona ".