En el ámbito académico, se prefiere usar las denominaciones bosque templado de tipo valdiviano, bosque templado lluvioso valdiviano o bosque laurifolio valdiviano y dejar de lado el apelativo de selva, que ha adquirido un sentido restringido al ámbito tropical. No obstante, esta última denominación sigue siendo referida coloquialmente y en el sector turístico.
El bosque templado valdiviano abarca una superficie de unos 300.000-400.000 km2 entre el paralelo 37º S y el 48º S, si bien no existe acuerdo sobre sus límites, pues — aunque la mayoría de los autores coincide en incluir en primer lugar las formaciones arbóreas con predominio de angiospermas siempreverdes de hojas anchas y brillantes (laurifolias) — se producen divergencias por la inclusión o no de bosques caducifolios de clima mediterráneo y de bosques de coníferas.
Debido a su aislamiento — flanqueado por el matorral chileno, la cordillera de los Andes al este y el océano pacífico en el oeste y sur —, la selva valdiviana se considera una isla biogeográfica. Por este motivo, presenta un elevado porcentaje de especies endémicas, y se considera uno de los 34 puntos más biodiversos del planeta. La fisonomía del paisaje es la de un bosque muy denso y oscuro que presenta una estratificación donde es posible reconocer de cuatro a cinco doseles.
La elevada pluviometría en esta ecorregión favorece la formación de bosques primarios densos. Debido a esto, comúnmente se le denomina selva. Biogeográficamente, estos bosques comparten similitudes florísticas con otros bosques templados del hemisferio sur localizados en Australia y Nueva Zelanda. Sin embargo, cerca de la mitad de las 4000 plantas vasculares presentes en la ecorregión valdiviana, son endémicas y no se hallan en ninguna otra región del planeta.